propósito de su trabajo
mayo 29, 2025

Por años, asociamos liderazgo con perfección. Con control. Con tener todas las respuestas.
Pero cada vez más, las personas no siguen a quien lo sabe todo, sino a quien se atreve a mostrarse tal como es.

Y ahí entra una palabra poderosa que incomoda, pero transforma: Vulnerabilidad.

 

¿Qué es realmente ser vulnerable?

 

Brené Brown, investigadora y autora de Daring Greatly, lo explica con claridad:

“La vulnerabilidad es incertidumbre, riesgo y exposición emocional.”

 

Es decir, es lo que sentimos cuando tomamos la decisión de abrirnos, sin garantías. Cuando decimos “no sé, pero lo vamos a descubrir juntos”, o “me equivoqué y voy a enmendarlo”.  Es lo que ocurre cuando elegimos el coraje en lugar de la armadura.

 

Ser vulnerable, como lo explica Brené Brown, es el núcleo de todas nuestras emociones y experiencias significativas. No se trata solo de abrirnos ante los demás, sino de atrevernos a vivir de forma más plena, asumiendo el riesgo de ser vistos realmente. 

 

La vulnerabilidad es el primer paso hacia la innovación, la creatividad y el cambio: sin ella, no podemos construir relaciones de confianza ni liderar con autenticidad. Al dejar caer nuestras armaduras —el perfeccionismo, el control, el miedo al rechazo— nos damos el permiso de ser imperfectos y, al mismo tiempo, profundamente valiosos. 

 

Liderar con vulnerabilidad es recordarle a los demás (y a nosotros mismos) que el coraje no es la ausencia de miedo, sino la voluntad de seguir adelante aun cuando no hay garantías.

 

¿Qué hace a un líder vulnerable?

  • No teme decir “no sé” frente a su equipo.
    Un líder vulnerable entiende que no tener todas las respuestas no es una debilidad, sino una oportunidad de construir en conjunto. Al decir «no sé», abre espacio para la colaboración y muestra que confiar en la inteligencia colectiva es parte de su forma de liderar.
  • Reconoce sus errores y toma responsabilidad.
    Lejos de culpar a otros o esconder fallos, un líder auténtico asume sus errores con valentía. Reconocerlos le permite aprender, crecer y, sobre todo, fortalecer la confianza que su equipo deposita en él o ella.
  • Pide ayuda cuando la necesita.
    Sabe que no lidera solo. Pedir ayuda no es un signo de incapacidad, sino de madurez y conciencia de sus propias limitaciones. Esta actitud fomenta un ambiente de apoyo mutuo, donde todos se sienten habilitados para tender la mano o solicitarla.
  • Se permite sentir, y permite que otros también lo hagan.
    La vulnerabilidad implica abrir espacio para las emociones propias y ajenas. Un líder que se conecta con sus sentimientos crea un entorno más humano, en el que las personas pueden ser ellas mismas y trabajar con mayor sentido de pertenencia.
  • Sabe que mostrarse humano no le quita autoridad… le da legitimidad.
    La verdadera autoridad nace del respeto y la autenticidad, no del miedo o la perfección. Al mostrarse humano, un líder se vuelve cercano, real y confiable, construyendo un liderazgo que inspira y deja huella.

 

¿Por qué importa?

Porque la vulnerabilidad es la puerta de entrada a la empatía, la innovación y la conexión. Donde hay vulnerabilidad, florecen culturas de confianza. Y donde hay confianza, los equipos se atreven a arriesgar, a crear, a crecer.

No se trata de exponerse sin límites. Se trata de liderar desde la verdad, con la valentía de ser uno mismo.

 

Una invitación

La próxima vez que estés liderando, pregúntate:

  • ¿Estoy liderando desde la imagen o desde mi esencia?
  • ¿Qué podría cambiar si me permito ser más honesto y cercano?

Porque como dice Brené:
«Lo que hacemos con nuestra vulnerabilidad determina la profundidad de nuestras relaciones.»

 

Cuéntame ¿has liderado desde tu vulnerabilidad o sigues con la armadura puesta?

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