Nadie quiere ser un robot de nueve a cinco. La gente quiere inspirarse, encontrar significado y ver el impacto que su trabajo tiene en los demás. Y cuando lo hacen, están más comprometidos, son más innovadores y productivos. Eso no es un secreto ni una revelación. Es de sentido común.
Si eres un líder, ayudar a los demás a tener un propósito puede ser una herramienta poderosa. Entonces, ¿por qué tantos líderes tienen problemas para guiar a sus empleados?
La respuesta simple es que, es extremadamente difícil inculcar un propósito a los demás. Se necesita algo más que charlas motivadoras, discursos elevados o declaraciones de misión para difundir el propósito. De hecho, si son exagerados o poco sinceros, esos métodos pueden resultar contraproducentes y provocar otras reacciones.
Propósito es una palabra demasiado importante, pero al final, se trata de ayudar a las personas a ver su impacto en los demás y ayudarlas a desarrollar una historia sobre por qué les encanta lo que hacen. Si lo tienes en cuenta y adoptas un enfoque personal, auténtico y perpetuo, tendrás éxito. Profundicemos en estos tres puntos:
Que sea personal
En primer lugar, el propósito tiene que ser personal y, dado que el propósito pretende provocar una reacción emocional, el propósito tiene que sentirse. No puedes solamente hablar de propósito, tienes que sentirlo.
El propósito es una fuerza motivadora que va más allá de simples objetivos o metas externas; es una expresión profunda de nuestra identidad y valores fundamentales. Debe surgir de un lugar interno, arraigado en nuestras experiencias, aspiraciones y emociones más genuinas. Cuando descubrimos nuestro propósito, no es solo una revelación intelectual, sino una experiencia emocional que nos llena de energía y significado. Nos conecta con un sentido más profundo de dirección en la vida y nos impulsa a actuar con pasión y determinación en todo lo que hacemos.
Sentir el propósito implica una conexión con nuestras emociones y valores más arraigados. No se trata simplemente de entender racionalmente lo que queremos lograr, sino de experimentar una profunda resonancia emocional con nuestros objetivos y aspiraciones. Esta conexión emocional nos brinda la claridad y la motivación necesarias para perseverar a pesar de los desafíos y obstáculos que puedan surgir en nuestro camino. En resumen, el propósito auténtico es una experiencia emocionalmente poderosa que nos guía hacia una vida de significado y realización.
No importa en qué línea de trabajo te encuentres. Si las personas ven la causa y el efecto entre tus aportaciones y el progreso del equipo, tendrán un sentido de propósito. Si tu equipo ve cómo vives y experimentas ese propósito atado a tus valores y experiencias más profundas; será capaz de entender que ellos también pueden vivir su trabajo con propósito.
Haz que sea auténtico
Esta es la cosa. Tienes que creer lo que dices y haces. Esto marca la diferencia. Si tus intentos de crear un propósito no se alinean con tus otros comportamientos de liderazgo, el equipo considerará tus tácticas como manipuladoras más que como inspiradoras. ¡Ten cuidado 🙂!
Si eres un líder y tratas de vender a la gente tu propósito, pero no has actuado de manera coherente con ese propósito en el pasado, tu mensaje será contraproducente. Los humanos somos máquinas de detección de autenticidad: nos atrae la sinceridad y rechazamos las mentiras y la falta de sinceridad.
Los humanos poseemos una innata capacidad para discernir la autenticidad en las interacciones y relaciones que establecemos. Nos encontramos equipados con una especie de radar interno que nos permite detectar genuinidad y sinceridad, mientras que rechazamos instintivamente la falsedad y la falta de transparencia.Esta habilidad de detección de autenticidad se manifiesta en nuestras interacciones diarias, donde valoramos profundamente la sinceridad y la honestidad en las personas con las que nos relacionamos.
Cuando percibimos autenticidad, nos sentimos atraídos y conectados con los demás, lo que fortalece los lazos emocionales y la confianza en la relación. Por otro lado, cuando detectamos falsedad o falta de sinceridad, experimentamos una sensación de desconexión y desconfianza, lo que puede llevar al distanciamiento o incluso al rechazo de la persona o situación en cuestión. En resumen, nuestra capacidad de detectar autenticidad es fundamental para nuestras relaciones interpersonales, ya que nos permite establecer conexiones significativas basadas en la confianza y el respeto mutuo.
Así que actúa con cuidado, siempre con sentido de autenticidad.
Que sea perpetuo
Incluso si haces que el propósito sea personal y auténtico, no puedes hacerlo solo una vez. En cambio, tienes que convertirlo en una rutina.
Incluso cuando logras identificar un propósito personal y auténtico que resuena profundamente contigo, el trabajo no termina ahí. Es crucial entender que el propósito no es algo estático, sino más bien un viaje continuo de autodescubrimiento y crecimiento. Para mantener viva la llama del propósito, es necesario integrarlo en nuestra vida diaria como una práctica habitual. Esto implica cultivar una mentalidad y un estilo de vida que estén alineados con nuestros valores y objetivos más profundos, para lograr transmitirlo todos los días de nuestra vida.
Convertir el propósito en una rutina implica dedicar tiempo y energía de manera consistente hacia aquellas actividades y relaciones que nos acercan a él. Esto puede implicar establecer hábitos diarios que refuercen nuestro sentido de dirección y significado, así como también priorizar nuestras acciones de acuerdo con nuestros valores y metas a largo plazo. Al hacer del propósito una parte integral de nuestra rutina diaria, nos comprometemos activamente con nuestra propia evolución y desarrollo personal, asegurando que cada paso que damos esté alineado con nuestra visión más profunda de la vida y se facilita la transmisión de este propósito hacia los demás. En resumen, convertir el propósito en una rutina no solo nos ayuda a mantenernos enfocados y motivados, también nos permite vivir una vida más plena y auténtica en armonía con nuestros valores y aspiraciones más profundas y a transmitirlo a nuestros equipos de manera constante.
El propósito puede ser una herramienta poderosa para los líderes que quieren inspirar a las personas a dar lo mejor de sí en su trabajo. Pero la mayoría de los líderes están de acuerdo en que no todos los empleados «viven» el propósito de sus organizaciones. Esto se debe a que el propósito es personal y emocional. Por esta razón es tan importante hacer que tu equipo sienta TU PROPÓSITO Y EL DE LA ORGANIZACIÓN. El propósito puede hacer maravillas con las contribuciones de los equipos cuando los líderes comienzan con un enfoque personal, auténtico y perpetuo.
He escrito este artículo apoyándome en el libro Alive at Work: La neurociencia de ayudar a su gente a amar lo que hace de Dan Cable.