propósito de su trabajo
septiembre 8, 2022

Las nuevas reglas de la ropa para el trabajo

Hace algunos meses, conversando con mi amiga, con quien estamos escribiendo un libro, me contó que asistió a una reunión en New York donde estuvieron presentes los Directores y Directoras Generales para América Latina de la compañía. El “Dress Code” mencionaba Business Casual, nada más inespecífico que eso, pero al menos quienes hemos trabajado muchos años en el mundo corporativo, pensamos que no necesitas ir de falda y tacón alto o en el caso de los hombres con traje y corbata.

Mi amiga, entonces decidió ir vestida con un pantalón normal y con zapatillas blancas, como ella dijo, nuevitas… pero su sorpresa vino cuando vió al 100% de sus colegas mujeres llegar con vestidos y tacones.

Aunque parezca trivial este no es un tema menor, porque el asunto es ¿cómo uno se siente cuando esto sucede? Y aunque la vestimenta no nos define, hoy en día que la mayoría de empresas están volviendo a la presencialidad al menos de forma parcial, siento que es un tema interesante para abordar. 

Cualquiera que haya trabajado en un entorno corporativo ha aprendido las reglas verbales y tácitas de vestimenta en el lugar de trabajo. Desde trajes y tacones caros hasta colores y estilos tenues, muchas de nosotras cumplimos diligentemente con esas expectativas para ascender en nuestras carreras, una realidad que es especialmente cierta para las mujeres. 

La vestimenta tradicional de negocios es segura, y las reglas de etiqueta a menudo se aplican de manera selectiva e injusta según la reputación, las relaciones o los resultados comerciales de alguien. 

El tema es aún más profundo ahora, después de dos años donde apresuradamente fue necesario permitir que la gente entrara a nuestras casas durante la pandemia de covid-19, hoy nuestra tolerancia por la conformidad y la incomodidad ha cambiado.

El código de vestimenta de negocios está evolucionando. Un artículo reciente del Wall Street Journal reconoció el «Salvaje Oeste en el lugar de trabajo», y el propietario de una tienda de ropa masculina de Manhattan, Ken Giddon, habló sobre la incertidumbre en NPR:

Ahora “la palabra clave es confusión… La gente realmente no sabe qué hacer”. Con la reapertura de las oficinas, se ha notado que la gente está menos segura de qué ponerse. “¿Llevas pantalones de vestir al trabajo? ¿Usas pantalones caqui? ¿Puedes usar jeans?. “Nadie realmente ha trazado la línea, y nadie sabe realmente cuál es la respuesta correcta”.”

¿Has estado reconsiderando tu atuendo de trabajo cuando regreses a la oficina, pero te preocupa lo que pensarán los demás? Te dejo algunos pasos para probar si estás considerando cambiar las cosas.

Empiezo con este refrán de la abuela de mi amiga: 

Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. 

Porque creo que define exitosamente y en pocas palabras los puntos a considerar cuando se trata de vestimenta para ir a la oficina.

OBSERVAR A OTROS

Si sientes que es arriesgado hacer un cambio de vestuario de forma digamos independiente, puedes observar a otros en tu oficina y ver cómo se visten.

No tienes que seguir lo que otros están haciendo, pero ver a otros dar esos primeros pasos puede animarte a hacer cambios tú mismo.

También sería recomendable observar los límites, por ejemplo si vas a reunirte con un cliente y quizá conoces que su código de vestimenta es más formal, lo mejor podría ser que no vayas demasiado informal.

Lo que sí puedo comentar acá es que definitivamente la vestimenta 100% formal ha tendido a ser menos frecuente después de la pandemia, aunque aún siguen habiendo algunas normas o industrias donde se mantiene.

EXPERIMENTAR Y EVALUAR

¿Qué sucede si tus colegas no cambian notablemente su atuendo, pero tú crees firmemente que deberías hacerlo? 

Puedes tomar la iniciativa: prueba un cambio en particular y evalúa la respuesta, me refiero a la respuesta en tí, es decir pregúntate ¿cómo te sientes tú, en ese ambiente?. 

Tal vez dejar caer la corbata o renunciar a los tacones altos por zapatos planos cómodos, haga que los otros se vean también tentados a hacerlo. Observa cómo reaccionan las personas y cuál es la respuesta.

BUSCA LAS VENTAJAS

Buscando en HBR encontré lo siguiente: “Para que no temas que vestirse con descortesía pueda hacer que parezcas menos exitoso ante tus compañeros o clientes, la fascinante investigación realizada por los profesores de la Escuela de Negocios de Harvard Silvia Bellezza, Francesca Gino y Anat Keinan apunta en la dirección opuesta. En “The Red Sneakers Effect: Inferring Status and Competence from Signals of Nonconformity”, encontraron que “los comportamientos no conformes, como señales costosas y visibles, pueden actuar como una forma particular de consumo conspicuo y conducir a inferencias positivas de estatus y competencia en los ojos de los demás.”

Esas zapatillas pueden hacerte lucir aún más exitoso que si simplemente usaras lo que los demás usan normalmente. Sin embargo, los autores enfatizan que este efecto solo ocurre cuando es obvio que el comportamiento es intencional, en lugar de simplemente juzgar mal el código de vestimenta. Y lo que cuenta como «intencional» está en el ojo del espectador. 

Por eso te recomiendo empezar por la observación y la experimentación.

DEJA QUE TU LUZ BRILLE

Ahora es el momento de que establezcas tu propio código de vestimenta. 

Después de la pandemia, muchos han decidido evitar los tradicionales trajes negros y marrones de la industria de servicios financieros por colores más brillantes, zapatillas cómodas y estilos más auténticos.

Al principio, se trataba de comodidad. 

Pero pronto se convirtió en algo mucho más profundo: un cambio de mentalidad acerca de traer tu auténtico yo a la oficina. Se trata de querer representarse a uno mismo en la ropa que vistes. Porque… “Se necesita energía para no ser uno mismo auténtico. Si puedo ser más auténtico, entonces puedo usar mi energía para concentrarme en mis clientes y animar a las personas que me reportan”.

La autenticidad envía un mensaje poderoso, y lo que estamos viendo después de la pandemia es que la comodidad también lo hace. Los ejecutivos de negocios pueden marcar la pauta, demostrando a los demás cómo está cambiando el código de vestimenta en la oficina. 

Lo importante que siento yo es que también se deben discutir los límites para que nadie quede atrapado en el medio, o en la ambigüedad como mi amiga en la descripción del “Business Casual», los líderes de las empresas y las áreas de Talento Humano tienen hoy una oportunidad única de reescribir las reglas de etiqueta de la oficina.

¿Qué conductas mantendremos? 

¿Qué prácticas obsoletas ya no nos sirven? 

Es la oportunidad de crear esas reglas nosotros mismos y, al hacerlo, crear un espacio para que otros traigan su auténtico yo a la oficina. Como resultado, nos sentiremos más satisfechos y más seguros, nuestros pies y cuellos nos lo agradecerán.

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