mayo 17, 2016

Puede parecer que la gran parte de las decisiones que tomamos en nuestras vidas, son producto de una reflexión, pero no es así. Muchas o la mayoría son hábitos. Y aunque cada hábito no tiene mucha importancia en sí mismo, si pensamos más profundamente, la comida que pedimos, las horas a las que nos levantamos, si hacemos o no ejercicio, si ahorramos o gastamos y el modo en que organizamos nuestro tiempo y rutinas de trabajo, entre otros miles, son hábitos.
Los hábitos empiezan sin que nos demos cuenta, se instalan inadvertidamente en nuestro cerebro y para cuando queremos librarnos de ellos se han convertido en rutinas inamovibles. A veces surgen de un gesto cotidiano, como la sensación de relax que sentimos al llegar a casa y encender la tele, o cuando tomamos un café, comemos una comida que nos produce una sensación de placer. En ocasiones, se trata de hábitos inducidos, como manejar un carro, que aprendimos a una cierta edad y lo hacemos tan repetitivamente que no necesitamos pensar para dar retro o estacionar.
Charles Duhigg decidido a descubrir la psicología y la neurología de nuestros hábitos más arraigados, recurrió a los más recientes descubrimientos en materia cerebral para mostrar a los lectores cómo llegar a dominar los resortes que definen nuestras costumbres, y escribió el libro “ThePower of Habits” – El Poder de los Hábitos, que ofrece una excelente explicación de cómo surgen nuestros hábitos y la forma como podemos cambiarlos, cuando necesitamos o queremos.

¿Pero cuál es el proceso de formación de un hábito?

Los hábitos, según los científicos, surgen porque el cerebro siempre está buscando una forma de ahorrar energía. Si dejamos que utilice sus mecanismos, el cerebro intentará convertir casi toda rutina en un hábito, porque los hábitos le permiten descansar más a menudo. Este instinto de ahorrar energía es una gran ventaja. Un cerebro eficiente nos permite dejar de pensar constantemente en las conductas básicas, como caminar, comer, manejar, cepillarnos los dientes, así podemos dedicar nuestra energía mental a inventar y desarrollar.
El proceso por el cual se forma un hábito en nuestro cerebro se da porque: primero se genera una señal (cue) que le informa que puede poner un piloto automático y el hábito al que debe recurrir. Luego está la rutina (routine), que puede ser física, mental o emocional; y por último se encuentra la recompensa (reward), que lo apoya a decidir si vale la pena o no recordar en el futuro este ciclo en particular.
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Con el tiempo, este ciclo —señal, rutina, recompensa— se va volviendo más y más automático. La señal y la recompensa se superponen hasta que surge un fuerte sentimiento de expectación y deseo que al final, se acaba formando en un hábito.Sin los ciclos del hábito, nuestro cerebro estaría abrumado por las minucias de la vida cotidiana, por eso es importante que el cerebro genere hábitos.
Pero no todos los hábitos son buenos y nos ayudan a superarnos en forma personal o laboral, existen hábitos perjudiciales, incluso para la salud, como comer en exceso, fumar, tomar bebidas alcohólicas en grandes cantidades, otros perjudiciales para conseguir nuestras metas y sueños como: procastinar las cosas, pensar negativamente, desviarnos fácilmente del camino, entre otros.
Entonces es importante que si queremos cambiar los hábitos que no aportan un desarrollo a la vida, es necesario identificar las señales y las recompensas, para cambiar la rutina. Al menos la mayoría de las veces. Sin embargo, la convicción y el querer son ingredientes muy importantes a la hora de cambiar un hábito.
Cuando nos propongamos cambiar un determinado hábito existe una regla de oro: si usamos la misma señal y proporcionamos la misma recompensa, podemos cambiar la rutina y cambiar el hábito. Casi todas las conductas se pueden transformar si la señal y la recompensa siguen siendo las mismas. Muchas veces es importante también, buscar el apoyo de una persona, que ayudará a pensar en las señales que a veces se encuentran escondidas y nos apoyará en el cambio de hábitos, esta persona puede ser por ejemplo un Coach.
Claro, no existe una serie de pasos específicos que nos garantice que a todos nos funcionará, ya que un hábitosolamente se puede sustituir y para que el hábito se afiance, hemos de creer que el cambio es posible. Y tal como han descubierto los científicos, no solo cambian las vidas de las personas cuando se ocupan de sus hábitos. También las empresas, organizaciones y comunidades pueden hacerlo.
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